La Educación, la gran responsable

Nos llenamos la boca hablando de educación. Que la educación es lo más importante. Que la educación es la salvación del país. Que la falta de educación es el problema de las malas elecciones políticas, la delincuencia, la falta de trabajo, la desigualdad. Todo se resuelve con educación.
Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de “La Educación”? Podemos acordar que el objetivo principal de la educación es la transmisión de un conjunto de bienes culturales que la sociedad considera valiosos para que las nuevas generaciones puedan apropiárselos. Y para eso creamos instituciones que abonen a ese proyecto de transmisión. Y si pregunto acerca de cuáles son las instituciones educativas que creamos con ese fin la respuesta más obvia y frecuente es, por supuesto la escuela. Y consecuentemente a eso lo más frecuente es hablar de políticas públicas aplicadas a las escuelas. Esto es lo que me viene haciendo ruido hace un tiempo, noto esa relación en el discurso social constante, pero a veces nos quedamos en esa queja y  no tratamos de pensar un poco más allá de lo evidente y lo automático, EDUCACIÓN = ESCUELA.
Grimson y Tenti Fanfani (2014) lo mencionan así:
La sociedad (los políticos, los periodistas, los intelectuales, los empresarios, los actores  y mis amigos de Facebook y Twitter-estos dos últimos me tomo el atrevimiento de agregarlos yo-) espera mucho de la escuela. Existe algo así como una INFLACIÓN de expectativas que presenta a la educación como “constructora” de la sociedad, puesto que su función es formar al “hombre del futuro”. Dime qué educación tienes y te diré en qué tipo de sociedad vives y vivirás. Es curioso que no sean los agentes escolares los principales voceros de esta visión exageradamente optimista. Pero si bien no son los autores principales, pueden contribuir a difundirla puesto que, como maestros o especialistas, no pueden menos que sentirse halagados al escuchar tanto discurso enaltecedor de la tarea y función de la institución escolar. Quienes nos ocupamos del tema nos sentimos importantes en la medida en que la sociedad considera importante a la escuela. Pero esta complicidad es un arma de doble filo. Por una parte, nos hace sentir ”grandes” ya que cumplimos funciones sociales variadas y “superiores”. Pero, al mismo tiempo, cuando la sociedad constata que, pese a la escolarización creciente de la población, los problemas persisten, la escuela se vuelve una institución bajo sospecha. Si hay problemas económicos, políticos y sociales será porque la escuela no está cumpliendo su tarea como corresponde. Si hay desempleo juvenil es porque no desarrolló competencias productivas en las nuevas generaciones (esta tesis fue sostenida públicamente por un famoso ministro de economía de Carlos Menem). Si hay corrupción política es porque la universidad y en especial las facultades de derecho han fracasado en la educación moral de sus alumnos, y así sucesivamente. Se espera demasiado de la escuela, y se la condena precisamente por no satisfacer esas demandas exageradas.” (p.183)

¿Es  la escuela es la única institución o agente educadora? ¿O es acaso la más visible? Es la más evidente y obvia, sí, pero no es la única. La segunda, por lo menos en el discurso social es, sin duda, la familia. Si seguimos indagando un poco aparecerán más, pero esto de indagar no lo hacemos tan seguido, parecería que nos quedáramos conformes con esas, escuela  y familia.
Pablo Imen (1999) lo resume así:
“En efecto, la educación puede ocultar la realidad de dominación y alienación o puede, por el contrario, denunciarlas, anunciar otros caminos, convirtiéndose así en una herramienta emancipatoria.
Vistas bajo esa óptica, las prácticas pedagógicas -atravesadas e imbricadas con las demás prácticas sociales- deben analizarse más allá de la relación educador-educando. Una de las herramientas utilizadas para enmascarar la educación como herramienta de dominación es la omisión del “afuera”, de lo extraescolar.
La realidad es que la relación pedagógica está atravesada por un montón de variables que aparecen fuera del aula.”  (p.84)
¿El afuera del aula? ¿quiénes son esos agentes? Propongo ir un poco más allá de lo evidente y obvio ¿acaso no educan también los medios de comunicación? ¿No educa también el mercado?
¿Hacia dónde me dirijo con estas palabras? Tal vez, poner en cuestión el rol de los demás agentes educadores,  apuntarle los cañones de la mirada inquisitoria tal como lo hacen con la escuela, la familia y la política. Darles también esa cuota de responsabilidad a esos agentes educadores que tan fácil se desmarcan del papel que juegan desde la sombra.
Hoy en las aulas nos toca enseñar que hay que respetar y escuchar cuando el otro habla, que hay que argumentar las respuestas, pero cuando salen de la escuela los chicos siguen aprendiendo,  prenden la tele y ven un grupo de panelistas hablando uno encima del otro, diciendo, vociferando sin sustento, pero no importa, porque escandaliza, y eso vende.  Nos enseña como debatir con nuestros pares el programa “Intratables”, o nos marca la agenda de “lo importante” lo que pasa en el programa de Lanata. Los noticieros, plagados de noticias policiales y videítos de internet, nos hacen tomar con liviandad el análisis de los temas importantes
Y los pibes no son tontos, ven lo que valora una sociedad, la fama, el dinero. Los pibes me muestran sus Spinners y me dicen, mirá mi Spinner, este me  lo trajeron de Estados Unidos, es muy caro, acá no se consigue, no me dicen mirá que divertido mi juguete, es cuanto menos para pensar ese discurso.
En las escuelas nos toca evitar el bullying. Pero por fuera de la escuela, durante toda una década, en unas "cámaras cómplices" el país se reía de un desgraciado al que le hacían la vida imposible, le destrozaban el auto que tanto quería  y con tanto esfuerzo había comprado, se lo humillaba, lo tiraban desde lo alto de una grúa, y todos nos reíamos del pobre infeliz  . Nos reíamos del "El peor viaje de tu vida", todos complotados para hacer sufrir a un tipo y pasarlo como gracioso en horario central, para ser compartido en familia. Pero al final no importaba, porque al tipo le pagaban y, como todos saben, el dinero soluciona todo. Y dinero tiene de sobra uno de los hombres más influyentes de los medios de comunicación. Y dinero es el que le falta a los docentes, el que no les alcanza.
Y si esta sociedad valora al que tiene dinero y menos precia al que no lo tiene, el docente  qué lugar ocupa en la repartija de esa torta. Se dice que los maestros tienen que ser un ejemplo para los pibes, un  modelo a seguir. Y nosotros tan campantes lo sostenemos, intentamos serlo, pero nuevamente la sociedad va para otro lado, valoramos al famoso, al rico, no importa como haya hecho su fortuna. Tomo palabras de LocoMarcelo, quien es muy consciente  de esta situación y creo que muchas veces se asemeja la posición de un director técnico como formador con la de un docente, él dice:

“¿Cómo convencemos nosotros? La palabra y el ejemplo, son los dos caminos que tenemos para convencer al jugador y el contacto diario. Pero resulta que  el procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad ya no son más las escuelas, son los medios de comunicación; porque los medios de comunicación influyen más que la familia y las escuelas, que son los elementos genuinos de formación.  Es una vergüenza que los medios de comunicación eduquen a  la gente.  Porque los medios de comunicación tiene intereses específicos y la educación tiene intereses diferentes  que los medios, y la familia tiene expectativas distintas  que los medios de comunicación.” 

Los medios de difusión más poderosos, que todo lo igualan, encumbran como modelo a cualquier ignorante y/o amoral. Vale lo mismo la opinión sobre educación de un Licenciado, Doctor en Ciencias de la Educación e Investigador, que la de cualquier conductor de tv que lo que sabe hacer es justamente eso, conducir un show televisivo. Vale lo mismo aquel que dedicó su vida a investigar las problemáticas sobre educación que aquel que hoy opina livianamente sobre educación y mañana lo hará sobre fútbol, pasado mañana sobre economía y la semana que viene será especialista en seguridad, salud, narcotráfico, o sobre terrorismo internacional, todo da igual.



En tv es todo parafernalia escénica y en las escuelas se nos caen los techos en las cabezas.
Y todo eso educa. Todo eso le da a las nuevas generaciones una pauta de cómo funciona el mundo, pautas de valoración, pautas de que es lo considerado exitoso y que es considerado un fracaso rotundo.

No trato con estas palabras de evadir la responsabilidad que le cabe a la escuela y por ende a nosotros, los educadores, solo trato de poner en cuestión otra perspectiva que a veces se invisibiliza. Tal vez estas palabras algunas de estas cuestiones se nos vengan a la mente el año que viene, cuando nuevamente en nuestras pantallas se vea y se escuche acerca de la importancia de “La Educación”.


Referencias bibliográficas: 

Grimson A.; Tenti Fanfani E. (2014) Mitomanías de la Educación Argentina. Argentina, Buenos Aires:  Siglo XXI Editores

Freire P. (2012) El Grito Manso. (2° ed., 4° reimpresión) Argentina, Buenos Aires: Siglo XXI Editores

Bielsa M. (2017) Recuperado el 19/08/2017 de https://www.youtube.com/watch?v=7gRbspIdkqk


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